¿Qué es la contemplación del firmamento, sino la
expresión más elevada del ser humano?
“Contemplé la Luna, tan redonda y
resplandeciente que parecía de fantasía. Las estrellas titilaban por el resto
del firmamento hasta el mismo horizonte, en centenares, tal vez miles.
Era la primera noche desde que yo moraba
por aquella tierra en la que los astros del cielo habían logrado abrirse paso
entre los densos y perpetuos nubarrones que aprisionaban la atmósfera de aquel
reino sobre el castillo, sus aldeas y campos aledaños”.
“El Príncipe de Lentiscar”
El infinito universo, sus constelaciones dibujando
arquitecturas tejidas con invisibles hilos, sus mágicas y etéreas nebulosas,
siempre han atraído y hechizado al ser humano desde los albores de los tiempos.
Más en tiempos pretéritos y oscuros, donde la ignorancia generaba todo un
sistema de creencias y mitos resumido en la pseudociencia de la Astrología.
Entonces el ser humano buscaba en el cielo, en la disposición de los astros y
en las caprichosas geometrías de sus agrupaciones, las explicaciones a su
propia existencia o a hechos pasados o futuros.
Luego llegó la era de la Ciencia y la Astronomía. En
las últimas décadas el ser humano corriente ha vuelto la espalda al universo:
Ya no necesita contemplar su infinitud para buscar explicaciones o encontrar
respuestas a su vida cotidiana.
El materialismo, el trepidante ritmo de vida, y las
tecnologías distraen nuestra contemplación, absorben la atención de un mundo
que vive encerrado en sí mismo.
Sin embargo, todavía quedan románticos enamorados
cuyas pupilas persiguen las estrellas, pensando respuestas para un amor
imposible, escritores que sueñan palabras y tejen historias bajo el resplandor
de los astros, y artistas y pintores como Tina, que lo plasman en sus lienzos.
Tina González Márquez es una artista, una sublime
pintora que, como nadie, sabe mirar al cielo y desgranar su latido de luz, su
pulso eléctrico, el color y los matices de los gases que envuelven y abrazan,
con sus peculiares composiciones químicas, agrupaciones de estrellas y astros
que están ahí, sobre nuestras cabezas, en la inmensidad del cielo. Y sabe
plasmarlo, átomo a átomo, molécula a molécula, en salpicaduras de pintura, en
soberbios soportes de deslumbrantes reflejos y colores. Son pinturas que
acarician el alma y el corazón de quien las observa.
La artista es de la clase de personas que deberían
vivir eternamente en este mundo donde el “Carpe
Diem”, el materialismo y la superficialidad que lo envuelve todo, ha hecho
que nadie le preste atención a un firmamento de estrellas eclipsadas por el
resplandor anaranjado de las ciudades. Sólo los científicos, los locos
enamorados, los filósofos y los artistas siguen buscando en el Cosmos
respuestas, sentimientos, y sensaciones que en este mundo prosaico no
encontramos.
En esta serie pictórica que ella denomina “Constelaciones”, Tina nos resume su
peculiar y mágica interpretación de las estrellas, de las nebulosas y de sus agrupaciones galácticas.
El misterio, las sensaciones que dichas estrellas
despiertan en su alma, ella las traduce en un crisol de colores, un estallido
de formas, luces y contrastes que nos llena el corazón y el alma de
ensoñaciones y sensaciones que creíamos olvidadas.
Una obra que, sin duda, merece ser contemplada larga y
tendidamente, hasta el final de los tiempos.
Javier L. García Moreno.
Magnífica exposición y presentación, muy poética
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